Queridas amigas y amigos:

Dicen, como si tal afirmación fuera en menoscabo nuestro, que vamos con la Iglesia, y que por ese motivo APPRECE no es independiente.

Creo representar el sentir de todos mis compañeros cuando afirmo: VAMOS CON LA LIBERTAD.

Las libertades individuales son inalienables. Ni el Estado ni los partidos políticos ni los sindicatos deben inmiscuirse en asuntos que competen exclusivamente a cada ciudadano, como el tipo de enseñanza religiosa, ética o moral que deben recibir sus hijos en centros de titularidad pública, es decir, pagados por todos.

Es evidente que el Estado cumple una labor subsidiaria con respecto a los padres en lo que se refiere a la educación de los hijos, y no a la inversa como dice FEPER, porque en un estado democrático los derechos son de las personas, de los ciudadanos que con sus impuestos, con su trabajo, con su conducta cívica, sostienen al Estado, y que son iguales, todos, ante la ley. Para proteger este derecho fundamental existen los artículos 16 y 27 de la Constitución Española(1).

Precisamente para garantizar la libertad ideológica protegida en el punto 1 del artículo 16 de la Constitución, así como el derecho a una educación integral que incluya la formación religiosa y moral que decidan los padres (artículo 27 de la Constitución) tiene sentido que:

1. La enseñanza de la religión confesional esté presente en la enseñanza pública.

2. Cada padre pida la formación religiosa y moral que considere oportuna para sus hijos.

Apprece propuso en su momento la presencia de tres opciones alternativas para respetar los derechos de todos:

1.   Enseñanza religiosa confesional.

2.   Enseñanza de las religiones desde un punto de vista meramente cultural.

3.   Enseñanza en valores cívicos y morales para padres ateos y agnósticos.

Desde nuestra perspectiva las tres debieran de ser evaluables y computables para el expediente. Y las tres deben de existir para que todo padre pueda ejercer sin problemas la patria potestad.

 Lo que no es de recibo en un estado aconfesional es la imposición de una cualquiera de estas opciones sobre las otras. Del mismo modo que no se puede imponer la enseñanza religiosa confesional, tampoco puede imponerse a nadie una enseñanza de corte laicista, agnóstico o ateo. Ni debe orientarse políticamente a los alumnos, ni introducirse el Estado, o los partidos, o los sindicatos, en ámbitos educativos que les corresponden a los padres precisamente por su referencia a valores personales o sociales.

Para APPRECE fue un disparate la decisión tomada por FEPER en su Asamblea nacional de abril de 2011 de pedir al gobierno la revisión de los acuerdos con la Iglesia para eliminar la enseñanza religiosa confesional del currículo escolar en favor de una “asignatura de las religiones y de la increencia, única, común, no confesional, y sobre una base ética común”  (lo que está en cursiva es cita textual) Ahora han disimulado un poco su planteamiento cambiando el nombre de la asignatura que sustituiría la enseñanza de la religión confesional, y la llaman “Ciencias de las Religiones o Fenomenología de las  Religiones, única, obligatoria, común y evaluable a todos los efectos”. 

En el fondo es lo mismo porque éste planteamiento es ecléctico y relativista. Además cuestiona y corroe las convicciones familiares religiosas y culturales de los padres al sugerir que la enseñanza de las distintas confesiones es peligrosa y debe ser sacada del ámbito de lo público y reducida al espacio que el estado decida, y al enfoque que le dé cada profesor, (que será funcionario), sin injerencia de instituciones o personas ajenas a la Administración educativa, en clara referencia a la propuesta.

Sugieren que la enseñanza de la religión católica o de las otras confesiones es peligrosa porque no es científica, ni rigurosa, ni tolerante con otros planteamientos, y crea guetos en la escuela por interés proselitista. En fin, que la desaparición de la enseñanza de las religiones confesionales “facilitaría la convivencia y eliminaría, prácticamente, todos los problemas que se están padeciendo en la actualidad y los que sin duda han de presentarse por la históricamente llamada  `cuestión religiosa´“. 

Además, como en tiempos de Felipe González, pretenden vendernos la moto de la desaparición de la religión confesional con el caramelito de un concurso-oposición restringido para los actuales profesores de religión en los centros públicos.

 APPRECE prefiere que con ese concurso oposición (por el que de hecho ya pasamos para acceder al puesto) accedamos a la condición de personal laboral fijo de plantilla, que garantiza igualmente nuestra estabilidad laboral y la defensa de los derechos fundamentales y los principios democráticos.

En definitiva el planteamiento de FEPER es ajeno a la voluntad de los padres y más bien estatalista porque se apropia del derecho de decisión de los padres sobre la educación de sus hijos en favor de una pretendida objetividad del estado, imponiendo una asignatura única, obligatoria y evaluable, a desarrollar en el currículo como contenido científico descriptivo y no de pertenencia ni de militancia ni de práctica ni de proselitismo religioso de ningún tipo.

Dicen que en esa asignatura habrá un hueco para las religiones con acuerdos con el estado, y el contenido que se imparta en ese hueco lo determinarán las confesiones religiosas, bajo el estricto control de las autoridades educativas, no  sea que se cuelen esos contenidos peligrosos, inconstitucionales o sectarios, que atribuyen a la enseñanza confesional de las religiones. Y además anteponen una supuesta buena organización de la escuela a derechos fundamentales como la patria potestad.

La forma de organizar los centros no puede ser un pretexto para coartar las libertades, y, además es perfectamente factible una buena organización en esta materia, por ejemplo, con la alternativa de las tres opciones que propone APPRECE, todas evaluables y computables.

Para APPRECE es irrenunciable el derecho de los padres a decidir, de acuerdo con sus convicciones, en qué valores y contenidos religiosos se educa a sus hijos.

En este sentido defender que la Iglesia Católica, y las demás confesiones con acuerdos con el estado español, tienen el deber de garantizar que efectivamente se imparte la enseñanza que los padres piden para sus hijos, no es más que defender la libertad y la patria potestad.

¿Qué dice CSIF a los planteamientos de FEPER(2)? En su programa electoral nada. Y ANPE ¿dice algo al respecto? Tampoco.

Todo esto  ni quita ni pone nada con respecto a la defensa de la dignidad laboral del maestro de religión, defensa con la cual, como habéis visto, estamos absolutamente comprometidos.

Por otra parte por convicción y por estatutos estamos llamados al diálogo y a la colaboración (no a la confrontación agresiva) con las autoridades civiles y eclesiásticas.

Es mejor buscar conjuntamente soluciones que hagan posibles los derechos y libertades ciudadanos.

En definitiva nos estamos mojando a fondo por la defensa de derechos civiles y constitucionales, lo cual es perfectamente compatible con ser católicos, evangelistas, musulmanes o judíos, fieles a tal vocación, y orgullosos de ello.